Pionera en el arte textil cuando este no era materia de interés en galerías y espacios museísticos, el reconocimiento público de Amparo de la Sota (Madrid, 1963) apenas rebasaba el ámbito de unos cuantos admiradores iniciados, mientras el eco de su presencia en bienales y en selectos espacios de referencia hacía ya inaplazable su exposición en un centro de arte.
Acostumbra De la Sota a referir la impronta dejada por Paul Klee en su juventud tras contemplar sus geometrías, hasta el punto de instarla a replicar con un sencillo telar la traza de los tejidos precolombinos, o tiempo después, ya como estudiante de filología árabe, a investigar en los usos, técnicas y pigmentos propios del fecundo arte textil de Oriente Próximo y el Norte de África. No obstante, será con el bordado, antes que con el telar, donde De la Sota exprimirá la relación entre escritura y labor.