El recorrido de la instalación de Adrián Navarro (Boston, 1973) en el CAB comienza con la serie “Muros”, donde el espectador observa la superficie externa y los límites de un gran mural que envuelve toda la sala. Sus paredes se vuelven permeables a través de tramas de distinta naturaleza que se van perforando, revelando en su interior, unos paisajes “volcánicos” que remiten a un mundo natural en plena transformación.
A medida que el péndulo se aleja, el punto de vista del espectador se modifica desde la distancia, la escala disminuye y el motivo adopta una apariencia tridimensional: surgen entonces las pinturas tituladas Esferas y Anillos. Volúmenes geométricos en suspensión, que convierten las obras en una metáfora planetaria, simbolizando la idea de que ambas pinturas son contenedores ingrávidos de materia viva.